Páginas de Muestra
MI CUADERNO GRIS
10 de septiembre de 2001 - 31 de diciembre de 2002
El
Padró, Las Planas, desde el mismísimo punto que separa los municipios de
Cornellá de Llobregat y San Juan Despí. 10 de septiembre, lunes.-
Las cosas se van enfriando, poco a poco, tras la única tormenta del mes
de agosto, una tormenta breve, con un puñado de traquidos escandalosos,
nocturna, explosionada, como por compromiso, para que no se diga que
este mes se evaporó sin una gota. La tormenta cayó el día treinta. Desde
entonces, las cosas se enfrían. Pág. 15
He aquí,
señores del Gobierno de la Generalitat, uno más de vuestros graves
errores históricos. Evidentemente, en las urnas, nunca he votado ni
votaré nacionalista. Ustedes hacen espinosas distinciones entre las
personas. Ustedes excluyen a las personas.
Pág. 81
Rosarín, cómo nos hemos querido, cómo nos queremos. Qué bien se hilaba
nuestra mutua comprensión. Qué bien se hila. Qué guapa estás en la foto,
en el centro de esta lápida engalanada de flecos, en el centro del
bullicioso color de las flores. Qué hermosa está tu juventud.
Pág. 91
25 de enero, viernes.- Se produce mi primer día de trabajo en un
instituto. Me levanto a las seis menos cuarto de la madrugada por
intentar llegar al centro con el suficiente tiempo de antelación, por si
se me complica la localización del instituto. Vacío mi vientre, bien
vacío, con el objeto de prevenir ciertas necesidades imprevistas,
aparatosas, en un primer día de trabajo. Absolutamente cagado y meado,
desayuno y salgo a la calle; salgo del barrio de Las Planas con mi
fósil, el Seat Ibiza blanco; me adentro por la autopista; me desvío en
Molins de Rei, dirección Sabadell; me escurro por la nacional 340;
sobrepaso el adormilado pueblo de Cervelló -larga hilera de coches
deslumbrados de amarillo en dirección a Barcelona-; giro en la rotonda
que da la bienvenida a Vallirana, y me encuentro con el instituto Vall
d’Arús. Así de sencillo.
Pág. 169
Por lo que
se ve en mi andadura literaria, parece que no cuadro, que no cuadro en
la vida literaria de este país. Este caminar a trompicones, estos
larguísimos espacios entre publicación y publicación, este constante
patinar a trancas y barrancas, esta insalvable diferencia de mis modos
literarios frente a la mayoría de los autores de mi generación que
triunfan, toda esta panoplia de hechos tangibles, todos estos ascos
hacen que piense que, aquí, el que falla soy yo. Mi antigua editora,
ahora retirada, Menchu Solís, de Alba, me dijo una vez que escribo al
límite.
Pág. 41
Igual que el martes pasado, cojo el fósil (un Seat Ibiza blanco) y
traslado a mi hermana Fina al control médico de su embarazo. Subimos a
la cumbre del hospital San Juan de Dios. Mi madre nos acompaña, como la
semana pasada. Las dejo en la puerta. Me dirijo al aparcamiento, que es
una absoluta escombrera de coches de todas las clases y tamaños.
Pág. 53
Hoy está anunciada la guerra a las seis, en la tele, con la caída de la noche afgana.
Pág. 61
Guardo tantos escritos que me atrevo a afirmar que, a día de hoy, tengo
ya una obra hecha. Demasiadas obras en el cajón. Demasiado tiempo
retenidas, sin rodarlas, sin consolidarme en el mundillo literario, sin
que se apueste por mí de una manera decidida. En estos momentos llevo ya
más de una década sin saber lo que es cobrar una nómina.
Pág.74
Algunos de
mi entorno sospechan que soy un fracasado. Otros no. Otros imaginan que,
aunque a paso de tortuga, un paso de tortuga muy penoso, voy hacia
arriba. Pág.19
Me quedo paralizado. Por primera vez en su joven historia, se produce un ataque externo a Estados Unidos. Hay una masacre terrorista en Manhattan. Pág. 23
Hoy, que
empieza el otoño, mi abuela, la mama Antonia, habría cumplido noventa y
nueve años. No hace ni diez meses que falleció. Pág. 32
La
endemoniada, aparte de otros anatemas, le dice al exorcista:
«¡¡¡Cabrón!!!», y un poco más tarde: «¡¡¡Maricón!!!», los mismos
insultos, y en el mismo orden, que mi hermana la mayor, mi hermana
Paqui, me lanzó a mí. Pág. 488
Se acabó. Ya no volveré a llevar la vida de los últimos doce años arrastrados.
Pág. 205
Mi padre, hoy, en la torre, hacia las siete y media de la tarde, ha fallecido.
Pág. 215
El
instituto. Último día de mi actividad en este centro, en este rabiadero
que me ha tocado, que me ha enseñado a fabricar distintos muros de
templanza y de paciencia.
Pág. 312
En Alba de Tormes. Estoy en la iglesia donde reposan los restos de santa Teresa. Estoy sentado en un banco.
Pág. 501
Mi madre
sabe que, por primera vez, va a entrar un nuevo año sin que nos pille a
los dos juntos. Mi madre sabe que, con mi negativa de visitar la torre
en días que no sean laborables, parezco un fugitivo. Mi madre, sin
decirlo expresamente, quiere estar delante de la tumba de su hija
fallecida el mismísimo día que su hija fallecida hubiera cumplido un año
más de vida. Mi madre tiene la escoba en las manos. Mi madre barre las
migajas de las baldosas. Ese es el momento en que me despido de ella. Le
lleno las mejillas con mis mejillas, dándole tres besos seguidos.
Pág. 601